✝[ ℑ𝔱 𝔴𝔞𝔰 𝔫𝔢𝔳𝔢𝔯 𝔢𝔫𝔬𝔲𝔤𝔥 ] ✖ Bloodsucker Diaries✝

Mainz, Alemania. 1870.
A los oídos oyentes de criaturas de la noche, se escucharían unas plegarias a la tenebrosidad, una maga devota a la fe cristiana se hallaría de rodillas ante las ventanas acristaladas de diferentes colores, cuyos serían reflejados a la luz de la luna tintando los interiores de aquel lóbrego lugar de culto. Esa misma noche, sería una de las muchas, acarreando un convento de ella junto a una voz masculina que la intrigaba; quien se mantenía retirado de los interiores manteniendo conversaciones apasionadas que variaban de temas intelectuales; desde el ocultismo hacia paseos románticos en el cementerio del lugar.

— “Our lives are one masked ball.”

De cualquier modo, insolentes noches de manchado en su historial de acciones santas harían que la curiosidad atrapase a la fémina, atrayéndole la idealización que tendría en su mente de aquel “hombre”. Esperaría solemnemente a las campanadas a altas horas de la noche cual pronto se convertiría en el canto de aquel ruiseñor para llamar a su pájara a su “nido de amor” que sería ella, arrodillada en el crucero de la catedral escuchando una melodía macabra; las palabras resonantes en eco de la vil criatura de la noche atormentándola por su falta de presencia al lado de ella.
Entonces la bruja que habría sido cegada por aquellas fuertes creencias que la mantenían atada; escondería su flujo y cualquier enseñanza mágica ejercida durante su vida, negándose ser más que una simple humana, le advertía la idea a lo tenebroso. Así emergería una necesidad en el interior de ella, le encaprichaba la idea de pasar más tiempo con él, en su mente existiría solamente su voz, sus palabras disminuyendo su eficacia en la catedral y en ella, la obsesión al cristianismo.

El vampiro, tendría a la devota comiendo de sus palmas, como un gato callejero lo seguiría donde él quisiera y en una reunión nocturna de aquellos pájaros enamorados, demostraría su grotesco ser a la contraria, un susto, un pudor se aferraría a ella al encontrarse a dicho monstruo no más su falta de agresividad y al parecer su dominación persistente en el corazón de él, la apaciguaría.
Iosefka Aurielette, quedaría preñada en ideas enamoradizas escapando del culto en el que se encontraba para seguir la mano de Friederich Hank, quien en su mente sólo tendría la necesidad de seguir con su linaje oscuro.



Así entonces escondidos en unas catacumbas ambos progenitores escondiéndose del convento, en la propia sombra. El individuo cuidaría de su dúo; le hacía proveedor de alimentos, cuidados y lo que la hembra necesitase durante su embarazo, hasta fomentar la vida; traería a luz a una bebé acolmillada de orejas puntiagudas, sería tomada en brazos por el padre, asegurando que el linaje seguiría su rumbo.

Crecería aquella “muñeca de madera” encerrada en aquel teatrillo, oculta a vistas ajenas y desvelada en la oscuridad de la noche, le enseñarían todo lo necesario para sobrevivir con su “milagro” y linaje oscuro, ocultando su distanciamiento al ajo a otros relativos y jugando en ropajes oscuros y tapados. Consiguiendo así ser una versión perfecta para aquel mundo mágico. Ella entonces, sería la estrella que deslumbraría el cielo convirtiéndose en todos los sueños frustrados de su padre.
La azabache se criaría en dos polos opuestos, por una mano, un ente perfecto a ojos de su padre quien se esforzaría en pulirla en todos los sentidos y por el otro un desdén de odio, personificado, apasionado como el fuego mismo desde la mirada de su madre.

La chica sería abatida múltiples veces a manos de la progenitora que conllevaría a varias peleas de sus procreadores; ella por su parte tendría unos berrinches incontrolables en los cuales destrozaría varias salas de aquel frío hogar con una fuerza bruta y sorprendente para su edad.
Lo único que calmaría sus lloros sería acurrucarse en los brazos de su padre tras ser llevada a otra sala, mientras succionaba y chupaba la sangre de un trozo de carne en sus pequeñas manos, quedando saciada quedaría dormida sucumbiendo al dolor de cabeza ocasionado por su revolución infantil.

Un constante crujir se oiría procedente de un escritorio de madera; sobre un papel recio, blanquecino y una pluma escribiendo sobre ella, la joven acolmillada trazaría líneas cuales palabras formarían sus sentimientos equívocos al no saber darles forma.

—Pablo 1 Tesalonicenses 5:16-18, “Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda situación, porque esta es Su voluntad para ustedes en Cristo Jesús”. Oraría constantemente en tu nombre, aún con mis actos fuesen mi gran mártir a la recompensa de anoche; un hambre predicador en éste solemne frasco vacío que es mi cuerpo.

Así acabaría una de sus muchas entradas a aquel secreto librillo, la alemana habría comenzado a postrar sus palabras en un intento de entender, comprender algo inexistente. Aún así, algo que ella no sabría que de forma equívoca malgastaría su tiempo al no saber siquiera ahondar en su más interno ser. Llenaría la lámina con versículos de una religión que en aquel lugar no se creía, siendo así todo un acto hipócrita, desde su existencia a su sopesar, pasando por creencias hasta su rabiar.

Para los intrigados ella habría simbolizado esa oración en los eventos cometidos aquel renacer del día cuya odisea concluiría alimentándose desesperadamente en las entradas del bosque oscuro tras un periodo de ayuno tedioso impuesto por las expectativas generadas así incitando las buenas calificaciones en los exámenes de ella, completando nuevamente aquel ritual que pronto terminaría.

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